El dolor se expande como tsunami arrasador por los pueblos de España. Las calles, nuestras calles contemplan hieráticas figuras que portan sobre sus espaldas el flagelo del paro y, como consecuencia, la desbordante angustia de no poder dar un trozo de pan a hijos en edad de no entender nada, de que su papá tome un nuevo camino para volver de la escuela, porque el de antes pasaba por delante del kiosco de chuches. Caras tristes, llantos ahogados ante la imposibilidad de encontrar un trabajo, una chapuza que echarse a las manos, algo...
Me duele esta España nuestra que alberga tanta pobreza.
Me duele esta España rota, resquebrajada.
Me duele esta España en la que los políticos siguen tirándose al cuello en lugar de aglutinar fuerzas para salir del atolladero.
Me duele esta España de sonrisas y talantes ante las lágrimas.
Me duele esta España de mentiras y falsas promesas.
martes, 9 de febrero de 2010
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