sábado, 10 de julio de 2010

No me explico cómo

El asunto del paro sigue preocupándome cada día más. Debe ser insoportablemente horroroso no tener qué echar en la boca de unos hijos que piden algo para comer. Mucho más insoportable que el propio hambre que uno sufre hasta la inanición. Aquí está el drama más profundo y cruel de una sociedad regida por una caterva innumerable de mangantes y sinvergüenzas.

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